martes, 25 de mayo de 2010

Añoranza


Es curioso el deseo de alguien cuando no se tiene cerca, pero más curioso es el deseo de alguien que se aleja.
No podemos vivir sin la certeza de que alguien se queja de nuestra ausencia con presteza. No podemos sonreír sin lágrimas de tristeza porque en algún rincón escondido se marchita la belleza.
Queda en algún sitio, a la espera, el alma que no se deja, que persiste al olvido, que engaña y se asemeja a un dulce recuerdo que nunca se aleja.
Guarda para ti este sentimiento y no olvides que si pequé lo siento, pero sí es cierto, que no me arrepiento por todos aquellos momentos en lo que una sonrisa era el mejor de tus alientos.
Dulzura de este amargo recuerdo, que tiembla triste y sólo, en la memoria del amante que pasea errante por campos yermos de tu semblante, que añora una de tus caricias, que habla con la brisa y discute sobre donde se llevo tu olor, donde y porqué con tanta prisa.
Añoranza helada de momentos que el recuerdo abraza, añoranza que se aviva con cada letra de esta herida.
Vuelve a sonreír mirando las estrellas, pues quien querías que fuese ahora estará admirando una de ellas.
Certero cambio, obligado y complejo que dio en su fiel reflejo un destello de esperanza, a quien buscaba en sus ojos un rayo de la misma con añoranza y que ahora aguarda el momento oportuno para certificar su chanza.
Por no desesperar, por no abandonar, por callar tantas y tantas lenguas entrometidas, ahora es el momento de recoger la siembra esparcida, es el momento de poner el broche al trabajo de una vida y de tanta lágrima desprendida.
Ahora es el momento de recoger el resultado de una experiencia vivida.